LOS PUNTOS VERDES DE LA CRISIS

Acción (de acciones) directa no violenta y descentralizada

Esta es una acción de acciones que pretende señalar algunas de las acciones que, desde los movimientos sociales, estamos llevando a cabo para:
- la salida de la crisis financiera, económica, ambiental y social en la que nos encontramos,
- la construcción de un mundo basado en la justicia global y la satisfacción universal de las necesidades básicas en paz con el planeta.

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Indice

Sincoste

SINCOSTE, Una tienda contra la cultura del usar y tirar Inditex (Pull and Bear, Massimo Dutti, Bershka, Kiddy’s Class, Oysho, Stradivarius y Zara Home) se ha extendido en 2007 hasta alcanzar 3.691 tiendas en 68 países distintos, como una mancha de aceite de 1.914.493 metros cuadrados de suelo dedicado a la ropa y los complementos de temporada. Inditex ha logrado imponer y normalizar un modelo de venta donde los artículos de la tienda se renuevan constantemente (Zara envía prendas nuevas a sus tiendas dos veces a la semana y la ropa se diseña, produce y distribuye en sólo tres semanas).

¿Cuál es el truco? Una deslocalización en constante evolución que permite producir los tejidos en condiciones infrahumanas utilizando la maquinaria agroindustrial transgénica y la fabricación de las prendas a precios irrisorios en China o indonesia. Incluso ahora del diseño de la ropa se encargan los propios países productores, casi sin regulaciones laborales y mano de obra a precios de saldo.

Esta vertiginosa maquinaria productiva ha contribuido a generar un paso más en nuestro modelo de consumo despilfarrador y hedonista, cada vez más capacitado para introducir en la moda del usar y tirar productos como coches, viviendas o viajes turísticos.

Con la vista puesta en este escenario, empezamos a trabajar, alimentándonos de algunas experiencias que ya se venían desarrollando, en un espacio de intercambio de objetos y ropa de segunda mano. Ese espacio se ubica hoy en el Centro social Patio Maravillas y pretende, como objetivo más ambicioso, dignificar el intercambio de ropa de segunda mano. ¿Por qué?

Otros proyectos similares terminan acumulando ropa y objetos de forma caótica y, al final, parece más un trastero de curiosidades que una opción de consumo alternativo. La tienda gratis del Patio Maravillas (bautizada como SINCOSTE en referencia a la marca del cocodrilo) quiere ser un espacio lleno de objetos con valor y una alternativa creíble frente al consumismo actual.

Por ello, en la tienda se incluye información sobre el modelo de consumo al que responde y sobre cómo utilizar ese servicio de forma que sea posible su mantenimiento sostenible. Por un lado, la recepción de ropa y objetos se hace de forma personalizada para que se produzca un intercambio y SINCOSTE no sirva sólo de “limpia conciencias”.

Por otro, la salida de los productos se hace a través de un modelo de autogestión. Un diseño funcional de la tienda y un mecanismo básico pero ágil de funcionamiento permiten pensar que la autogestión de este espacio mantendrá el valor de las cosas que allí se regalan y harán de SINCOSTE un servicio social verdaderamente útil. En todo caso, cuando iniciamos este proyecto eramos conscientes de su grado de experimentación así que sólo deseamos poder disfrutar contigo cada una de las etapas por las que pase SINCOSTE, un nuevo espacio de experimentación contra la cultura de usar y tirar.

Coop57

Coop57: servicios financieros para proyectos de economía social y solidaria

Cada vez somos más quienes nos negamos a que nuestros ahorros se empleen en financiar la fabricación de armamento, la construcción de megaurbanizaciones que destruyen nuestras costas (para ser habitadas durante un mes al año), o la compra-venta de empresas que se llevan por delante decenas de empleos. Éstos son sólo algunos ejemplos de lo que esconde la actividad de la banca convencional, que tras su aséptica fachada nos oculta un interminable cúmulo de tropelías, en su afán por la búsqueda del máximo beneficio en el corto plazo. Esta es la banca usurera, un gran casino turbio y carente de escrúpulos.

No obstante, las personas y organizaciones necesitamos en múltiples ocasiones un lugar donde depositar nuestros ahorros hasta que decidamos utilizarlos, o ayuda económica para poner en marcha diferentes iniciativas. Con el fin de satisfacer estas y otras necesidades similares se creó Coop57, una cooperativa de servicios financieros para proyectos de economía social y solidaria. Siguiendo los seis principios de la banca ética (resumidos en transparencia, participación, reflexión continua, solidaridad, compatibilidad y coherencia), esta cooperativa ofrece a entidades sociales tres tipos de ayuda económica: créditos para inversión, financiación para circulante, y adelanto de subvenciones. Las entidades beneficiarias (cooperativas de trabajo, asociaciones y movimientos sociales) deben para ello formar parte del proyecto de Coop57. Pero además, ofrece a las personas físicas la posibilidad de depositar sus ahorros, que recibirán un tipo de interés “razonable”, y sabrán que éstos se emplearan en proyectos vinculados con la promoción del cooperativismo, la inserción laboral, la sostenibilidad ecológica, la cultura, la educación, el asociacionismo y los movimientos sociales.

Coop 57, con las entidades que la constituyen, las personas ahorradoras, y el trabajo voluntario de decenas de colaboradores/as, nos demuestran que otro tipo de economía diferente a la de mercado es posible. Por este trabajo, Coop 57 merece un PUNTO VERDE.

Coop 57 presta actualmente sus servicios en Cataluña, Aragón, Madrid, Andalucía, y se está constituyendo en Galicia. Más información en www.coop57.coop.

Enbici de Leganés

El transporte de mercancías y personas, basado en su mayoría en la quema de combustibles fósiles, se ha convertido en la actualidad en una de las actividades humanas más contaminantes, es responsable de grandes impactos en el territorio, y destinataria de ingentes cantidades de fondos públicos. Por otra parte, en torno al negocio de los hidrocarburos, los automóviles o la construcción de mega-infraestructuras, se han desarrollado algunos de los grupos industriales y financieros más influyentes en gobiernos e instituciones internacionales, comensales privilegiados en el festín del capitalismo global, que ha sumido a la humanidad en la crisis social, ambiental y económica que hoy padecemos.

Si reducimos nuestro ángulo de mira a las ciudades, algunos de los problemas inicialmente enumerados se acentúan. El tráfico de vehículos de combustión, constituye el primer emisor de contaminantes atmosférico en las ciudades, genera y agrava afecciones respiratorias en miles de ciudadan@s, es una de las principales fuentes de contaminación acústica, etc. Es por lo tanto urgente e imprescindible acabar con este modelo de movilidad urbana crecientemente insostenible, y sustituirlo por otro que tenga como pilares el transporte público y colectivo, el fomento de los desplazamientos a pie y en bicicleta, y la reducción progresiva del uso del automóvil privado.

En la transición hacia este nuevo modelo es imprescindible el desarrollo de infraestructuras para el uso de la bicicleta, como la construcción de redes de carriles bici que conecten las principales zonas de las ciudades (y no sólo barrios periféricos y áreas recreativas), lugares seguros para el estacionamiento de bicicletas, sistemas públicos de alquiler de bicicletas, etc., así como medidas que compatibilicen el uso mixto de bicicletas y transporte público.

Debemos por lo tanto celebrar el recientemente inaugurado sistema de préstamo gratuito de bicicletas ENBICI de Leganés (http://www.enbicileganes.org/), que pone a disposición de l@s vecin@s de esta ciudad bicicletas para su uso gratuito en desplazamientos dentro de la ciudad. Los puntos de recogida y estacionamiento se encuentran, en una primera fase, en todas las estaciones de Cercanías y Metro de la ciudad, donde también se han instalado aparcabicis en lugares visibles y transitados, lo que puede facilitar el uso mixto de bicicleta y transporte público. Ésta es la primera experiencia de este tipo en la región metropolitana madrileña, si bien estos sistemas se vienen utilizando en decenas de grandes, medianas y pequeñas ciudades del Estado.

Utilizar la bicicleta como medio de transporte es altamente saludable, reduce la contaminación –atmosférica, acústica y visual- en las ciudades, el consumo de energía, el “secuestro” del espacio público por los automóviles, etc. Es por esto que consideramos ENBICI y el resto de medidas de fomento del uso de la bicicleta de Leganés como un PUNTO VERDE, sin olvidar que este tipo de sistemas deben venir acompañados del desarrollo de más infraestructuras urbanas para la bicicleta (más y mejores carriles bici, apaciguamiento del tráfico, etc.), con las que cada vez más personas se animen a disfrutar de este medio de transporte. Instamos por último a otros municipios de la región a adoptar iniciativas similares. Un análisis más detallado del desarrollo, ventajas e inconvenientes de este tipo sistemas de préstamo de bicicletas está disponible en http://www.terra.org/articulos/art01859.html.

La Criticona

Entre el 30 de abril y el 3 de mayo de 2009 se ha celebrado en Madrid la Criticona, un encuentro multitudinario de ciclistas de las diversas masas criticas del mundo y el ciclismo urbano en general, con el objetivo de reivindicar el uso de la bici como de medio de transporte alternativo al motorizado y no contaminante.

Más de 2500 ciclistas de diversas ciudades españolas, así como de otros países, han participado en las diferentes actividades de la Criticona: recorridos por la ciudad, charlas y talleres. Además de las bicicletas clásicas, tándems, triciclos, bicis de dos pisos, de montaña, de paseo, plegables, con remolques, con sillitas, etc. inundaron las calles de la capital.



En el año de las negociaciones de Copenhague sobre cambio climático, España no sólo es el país más alejado de los objetivos que le impone el Protocolo de Kioto; también está en la cola de Europa por el escaso uso de la bici: las estadísticas de la Agencia Europea de Medio Ambiente esclarecen que, en el año 2000, cada ciudadano español recorría en bicicleta una media de 20 km al año frente a los 936 km de un ciudadano de Dinamarca, o a los 188 km de un europeo medio.

Las emisiones de gases de efecto invernadero debidas al transporte casi se han duplicado desde 1990 y prácticamente la mitad de estas se deben al coche particular. Si, además, se tiene en cuenta que más de la mitad de los recorridos urbanos que se realizan en coche recorren distancias de menos de 3 km , se entiende fácilmente que la bicicleta puede tener un papel muy importante en la reducción de los impactos negativos del transporte sobre el clima y sobre el medio ambiente urbano en cuanto verdadero vehículo de emisiones cero.

Para que se extienda el uso de la bicicleta en las ciudades españolas, los ecologistas recuerdan que son necesarias una serie de condiciones que hagan su uso más atractivo y más seguro. Entre estas medidas destacan la pacificación del tráfico, la implantación de carriles bici en detrimento de los espacios reservados al coche y facilitar el desplazamiento combinado utilizando la bicicleta y el transporte público.

Decrecimiento: menos para vivir mejor


¿Saldrías esprintando si tienes que recorrer 80 km en bici? No porque la velocidad te dejaría sin resuello. ¿Qué pasó con la gallina de los huevos de oro? El ansia de acumulación mató a la gallina y al futuro.

Esto es lo que le está pasando a nuestro planeta. Vivimos a una velocidad por encima de lo sostenible. Una velocidad de apropiación de recursos y de generación de residuos superior de las capacidades del entorno.

Así, el cambio climático es debido a que estamos generando gases de efecto invernadero (residuos) por encima de la capacidad de ser asumidos por parte de la atmósfera (sumidero). El agotamiento del petróleo (recurso) se debe a que estamos consumiéndolo por encima de su tasa de renovación. Podemos hacer un repaso por todos los problemas ambientales enmarcándolos en estas dos categorías: excesiva velocidad de consumo de recursos o excesiva velocidad de producción de residuos.

Podemos discutir si el pico del petróleo (el momento en el cual hayamos consumido la mitad del crudo existente en el planeta y que marcará la irresistible ascensión de los costes de extracción y, por lo tanto, de la energía) lo estamos atravesando ya, o lo haremos en los próximos 10 o 20 años. También podemos enredarnos en una discusión eterna sobre el momento en el que atravesaremos los 2ºC de incremento de temperatura, esa cifra a partir de la cual el IPCC (el panel de científic@s de Naciones Unidas para el Cambio Climático) ha predicho que la probalidad de que el calentamiento global se dispare atravesando peligrosísimas barreras de irreversibilidad es alta. Existe la posibilidad de argumentar si ésto pasará en los próximos 15 o 25 años.

Lo que no es discutible es que, con la tendencia actual, vamos a agotar el petróleo (como ejemplo de los recursos) y vamos a producir una cambio climático geológico (como paradigma de la saturación de sumideros). Es decir, que podemos discutir si vamos rapidísimo o extremadamente rápido, no que vamos demasiado deprisa.

La solución es obvia: consumamos recursos y produzcamos residuos a los ritmos asumibles por la naturaleza. Pero, ¿por qué avanzamos en la dirección contraria cuando esto es innegable?

Aquí la cosa también está clara. Vivimos en un sistema, el capitalista, que funciona con una única premisa: maximizar el beneficio individual en el menor tiempo. Uno de sus corolarios inevitables es que el consumo de recursos y la producción de residuos no para de aumentar a velocidades exponenciales.

Veamoslo con un ejemplo. Partimos del Banco Central Europeo (BCE) que presta dinero a los bancos privados a un tipo de interés. Pongamos que el Santander toma unos millones de euros del BCE. Obviamente no lo hace para guardarlos, sino para conseguir un beneficio con ello. Por ejemplo, se los presta, a un tipo de interés mayor claro está, a Sacyr. ¿Para qué le pide la constructura el dinero al banco? Por ejemplo para comprar el 20% de Repsol. Sacyr espera recuperar su inversión en Repsol con creces, vía la revalorización de las acciones de la petrolera y/o vía el reparto de beneficios. Ambas cosas pasan por un incremento continuado de los beneficios de Repsol.

Es decir, que para que Sacyr rentabilice su inversión y le devuelva el préstamos al Santander y este a su vez al BCE, Repsol no puede parar de crecer a velocidad creciente. Si no hay crecimiento la espiral de créditos se derrumba y el sistema se viene abajo, que es lo que está pasando con la crisis actual. El crecimiento no es una consecuencia posible de este sistema, es una condición indispensable para que funcione. Es como si dejas de pedalear en una bicicleta, que te caes. Si la economía capitalista deja de crecer se colapsa. Por eso nos está insistiendo tando el G-20 en la necesidad de recuperar la senda del crecimiento. Por eso nos machaca Zapatero con que consumamos más.

¿Y cómo crece Repsol? Pues ya lo sabemos: vendiendo más gasolina (a través de costas campañas de publicidad), recortando los costes salariales (como en YPF tras su compra), extrayendo más petróleo incluso de Parques Nacionales (como el Yasuní en Ecuador) o de reservas indígenas (como las guaranís en Bolivia), bajando las condiciones de seguridad (como en la refinería de Puertollano), subcontratando los servicios (como en el transporte de crudo), apoyando a dictaduras (como en Guinea)...

No es que haya una mente maquiavélica que diga: voy a ventilarme el planeta y sus habitantes (aunque sí que hay quienes estén por la labor a la vista de como va el mundo). Es una simple cuestión de reglas de juego: o te atienes a maximizar tus beneficios o te quedas fuera. Quedarse fuera es que tu empresa sea absorbida o pierda su mercado. Atenerse a las reglas es que lo único que importa son las cuentas a final de año y, sólo bajo presión socioambiental, el entorno o las condiciones laborales.

Pero el problema va más allá de los impactos ambientales y sus implicaciones sociales (el cambio climático es uno de los principales problemas sociales por su ataque a los medios básicos de supervivencia: agua, agricultura y tierra). Indudablemente, hablar de lo que supone la velocidad del capitalismo, implica nombrar a quienes esta dinámica expulsa y explota.

Vivimos en un mundo en el que hay 100 manzanas para 100 personas y 20 (que casualidad, la mayoría hombres) se quedan con 80. El sistema no sólo produce acumulación, sino que necesita esa acumulación. Vamos que tenemos un problema de sobrevelocidad, pero también de inequidad. Tenemos una tarta en la que nos tenemos que preocupar no sólo del reparto justo, sino también del tamaño, que no puede ser demasiado grande.

Atajar el problema de sobrevelocidad que tenemos pasa por abandonar la obsesión intrínseca de este sistema por el crecimiento. Pasa por el decrecimiento de quienes ya hemos crecido demasiado. Significa que los países sobredesarrollados tendremos que recortar drásticamente nuestro consumo de recursos y producción de basuras hasta acoplarlos a la capacidad de producción y reciclaje de la naturaleza.

Pero no en todo se tiene que decrecer ni de igual forma. Hay que decrecer en el consumo de energías fósiles, creciendo en el de renovables (hasta un punto); o decrecer en la producción de materiales sintéticos, sustituyéndolos (en parte) por naturales. Todo ello entendiendo que el aumento de la eficiencia y la apuesta por los productos 100% reciclables es importante, pero no suficiente. El parque automovilístico actual es mucho más eficiente que el de hace 30 años pero... contamina más (hay más coches que recorren más kilómetros); y una granja de cerdos puede producir deshechos 100% reciclables pero... a una velocidad inasumible por los ecosistemas. Así que: más eficiencia, cierre de ciclos de la materia, energía solar pero... con decrecimiento.

Se trata de centrar los recursos colectivos no en mantener la misma industria automovilística, sino en posibilitar un sistema de movilidad sostenible; no en la creación de empleo en la construcción, sino en revitalizar un mundo rural agroecológico; no en apostar por las energías renovables para mantener el crecimiento del consumo, sino para cambiar radicalmente nuestra matriz energética.

Sólo así las personas que viven en la miseria podrán aumentar sus niveles de consumo de recursos y de generación de residuos para alcanzar los mínimos para tener una vida digna. Sólo así dejaremos sitio en este planeta al resto de especies.

Es decir, la propuesta del decrecimiento no implica que todo el mundo decrezca ni que decrezcamos en cualquier cosa, sino que el decrecimiento busca la equidad en la austeridad. Es comprender que vivir mejor es vivir con menos. El decrecimiento no es un objetivo, es un medio hasta alcanzar parámetros de sostenibilidad.

Pero es una propuesta muy difícil de asumir al romper las reglas de juego capitalistas e ir contra quienes detentan el poder. Sin embargo es algo inevitable, o decrecemos por las buenas o lo haremos por las otras, ya que los límites de recursos y sumideros del planeta los tenemos ya encima, y la física es tozuda. La velocidad a la que vamos es, simplemente, insostenible; así que, o frenamos o nos estampamos. Y frenar es de lo poco que tenemos que hacer rápido.

Decrecer a la fuerza significa poner las bases para la aparición de alguna suerte de ecofascismo en el que unos pocos acaparen y controlen unos recursos y sumideros crecientemente escasos por medio de la fuerza. Si analizamos la situación internacional parece que esta vía está ya en marcha.

Decrecer con criterios colectivos implica poner a trabajar a la economía hacia su reconversión en una economía local, lenta, solar y de ciclos cerrados. Significa ponerla a trabajar para satisfacer las necesidades humanas, las reales, no las creadas. Significa avanzar hacia la equidad con solidaridad. Este camino también está ya en marcha, tal vez con más fuerza de la que nos parece.

Ecologistas en Acción

Lucha contra el Plan Bolonia


En el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), encontramos una ofensiva neoliberal propia de los gobernantes de nuestros tiempos, que pretende atacar y desmantelar la educación pública de calidad y limitar nuestras fronteras del conocimiento a la Europa del euro y de las 65 horas: el Plan Bolonia.

De manera paralela, estamos comprobando este afán privatizador de las autoridades políticas con la escuela, la sanidad, el agua…. Una actuación a nivel europeo, que puede extrapolarse a otros ámbitos, donde se está comprobando el mismo interés por ceder todo el poder al libre juego del mercado y sus grandes empresas, ayudadas por los grandes gobernantes y su entramado político. Y sabemos que ésta no es la solución a la crisis actual.

Ante el Plan Bolonia se ha levantado todo un movimiento estudiantil que lleva resistiendo su implantación.

Así la intensa lucha contra el Plan Bolonia es un punto verde en esta crisis, un punto verde que pinta sobre el cartel del Ministerio de Educación el "No a Bolonia". Es un ejemplo de alternativas: una educación pública de calidad a través de la autoorganizción social y la lucha.