LOS PUNTOS VERDES DE LA CRISIS

Acción (de acciones) directa no violenta y descentralizada

Esta es una acción de acciones que pretende señalar algunas de las acciones que, desde los movimientos sociales, estamos llevando a cabo para:
- la salida de la crisis financiera, económica, ambiental y social en la que nos encontramos,
- la construcción de un mundo basado en la justicia global y la satisfacción universal de las necesidades básicas en paz con el planeta.

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Decrecimiento: menos para vivir mejor


¿Saldrías esprintando si tienes que recorrer 80 km en bici? No porque la velocidad te dejaría sin resuello. ¿Qué pasó con la gallina de los huevos de oro? El ansia de acumulación mató a la gallina y al futuro.

Esto es lo que le está pasando a nuestro planeta. Vivimos a una velocidad por encima de lo sostenible. Una velocidad de apropiación de recursos y de generación de residuos superior de las capacidades del entorno.

Así, el cambio climático es debido a que estamos generando gases de efecto invernadero (residuos) por encima de la capacidad de ser asumidos por parte de la atmósfera (sumidero). El agotamiento del petróleo (recurso) se debe a que estamos consumiéndolo por encima de su tasa de renovación. Podemos hacer un repaso por todos los problemas ambientales enmarcándolos en estas dos categorías: excesiva velocidad de consumo de recursos o excesiva velocidad de producción de residuos.

Podemos discutir si el pico del petróleo (el momento en el cual hayamos consumido la mitad del crudo existente en el planeta y que marcará la irresistible ascensión de los costes de extracción y, por lo tanto, de la energía) lo estamos atravesando ya, o lo haremos en los próximos 10 o 20 años. También podemos enredarnos en una discusión eterna sobre el momento en el que atravesaremos los 2ºC de incremento de temperatura, esa cifra a partir de la cual el IPCC (el panel de científic@s de Naciones Unidas para el Cambio Climático) ha predicho que la probalidad de que el calentamiento global se dispare atravesando peligrosísimas barreras de irreversibilidad es alta. Existe la posibilidad de argumentar si ésto pasará en los próximos 15 o 25 años.

Lo que no es discutible es que, con la tendencia actual, vamos a agotar el petróleo (como ejemplo de los recursos) y vamos a producir una cambio climático geológico (como paradigma de la saturación de sumideros). Es decir, que podemos discutir si vamos rapidísimo o extremadamente rápido, no que vamos demasiado deprisa.

La solución es obvia: consumamos recursos y produzcamos residuos a los ritmos asumibles por la naturaleza. Pero, ¿por qué avanzamos en la dirección contraria cuando esto es innegable?

Aquí la cosa también está clara. Vivimos en un sistema, el capitalista, que funciona con una única premisa: maximizar el beneficio individual en el menor tiempo. Uno de sus corolarios inevitables es que el consumo de recursos y la producción de residuos no para de aumentar a velocidades exponenciales.

Veamoslo con un ejemplo. Partimos del Banco Central Europeo (BCE) que presta dinero a los bancos privados a un tipo de interés. Pongamos que el Santander toma unos millones de euros del BCE. Obviamente no lo hace para guardarlos, sino para conseguir un beneficio con ello. Por ejemplo, se los presta, a un tipo de interés mayor claro está, a Sacyr. ¿Para qué le pide la constructura el dinero al banco? Por ejemplo para comprar el 20% de Repsol. Sacyr espera recuperar su inversión en Repsol con creces, vía la revalorización de las acciones de la petrolera y/o vía el reparto de beneficios. Ambas cosas pasan por un incremento continuado de los beneficios de Repsol.

Es decir, que para que Sacyr rentabilice su inversión y le devuelva el préstamos al Santander y este a su vez al BCE, Repsol no puede parar de crecer a velocidad creciente. Si no hay crecimiento la espiral de créditos se derrumba y el sistema se viene abajo, que es lo que está pasando con la crisis actual. El crecimiento no es una consecuencia posible de este sistema, es una condición indispensable para que funcione. Es como si dejas de pedalear en una bicicleta, que te caes. Si la economía capitalista deja de crecer se colapsa. Por eso nos está insistiendo tando el G-20 en la necesidad de recuperar la senda del crecimiento. Por eso nos machaca Zapatero con que consumamos más.

¿Y cómo crece Repsol? Pues ya lo sabemos: vendiendo más gasolina (a través de costas campañas de publicidad), recortando los costes salariales (como en YPF tras su compra), extrayendo más petróleo incluso de Parques Nacionales (como el Yasuní en Ecuador) o de reservas indígenas (como las guaranís en Bolivia), bajando las condiciones de seguridad (como en la refinería de Puertollano), subcontratando los servicios (como en el transporte de crudo), apoyando a dictaduras (como en Guinea)...

No es que haya una mente maquiavélica que diga: voy a ventilarme el planeta y sus habitantes (aunque sí que hay quienes estén por la labor a la vista de como va el mundo). Es una simple cuestión de reglas de juego: o te atienes a maximizar tus beneficios o te quedas fuera. Quedarse fuera es que tu empresa sea absorbida o pierda su mercado. Atenerse a las reglas es que lo único que importa son las cuentas a final de año y, sólo bajo presión socioambiental, el entorno o las condiciones laborales.

Pero el problema va más allá de los impactos ambientales y sus implicaciones sociales (el cambio climático es uno de los principales problemas sociales por su ataque a los medios básicos de supervivencia: agua, agricultura y tierra). Indudablemente, hablar de lo que supone la velocidad del capitalismo, implica nombrar a quienes esta dinámica expulsa y explota.

Vivimos en un mundo en el que hay 100 manzanas para 100 personas y 20 (que casualidad, la mayoría hombres) se quedan con 80. El sistema no sólo produce acumulación, sino que necesita esa acumulación. Vamos que tenemos un problema de sobrevelocidad, pero también de inequidad. Tenemos una tarta en la que nos tenemos que preocupar no sólo del reparto justo, sino también del tamaño, que no puede ser demasiado grande.

Atajar el problema de sobrevelocidad que tenemos pasa por abandonar la obsesión intrínseca de este sistema por el crecimiento. Pasa por el decrecimiento de quienes ya hemos crecido demasiado. Significa que los países sobredesarrollados tendremos que recortar drásticamente nuestro consumo de recursos y producción de basuras hasta acoplarlos a la capacidad de producción y reciclaje de la naturaleza.

Pero no en todo se tiene que decrecer ni de igual forma. Hay que decrecer en el consumo de energías fósiles, creciendo en el de renovables (hasta un punto); o decrecer en la producción de materiales sintéticos, sustituyéndolos (en parte) por naturales. Todo ello entendiendo que el aumento de la eficiencia y la apuesta por los productos 100% reciclables es importante, pero no suficiente. El parque automovilístico actual es mucho más eficiente que el de hace 30 años pero... contamina más (hay más coches que recorren más kilómetros); y una granja de cerdos puede producir deshechos 100% reciclables pero... a una velocidad inasumible por los ecosistemas. Así que: más eficiencia, cierre de ciclos de la materia, energía solar pero... con decrecimiento.

Se trata de centrar los recursos colectivos no en mantener la misma industria automovilística, sino en posibilitar un sistema de movilidad sostenible; no en la creación de empleo en la construcción, sino en revitalizar un mundo rural agroecológico; no en apostar por las energías renovables para mantener el crecimiento del consumo, sino para cambiar radicalmente nuestra matriz energética.

Sólo así las personas que viven en la miseria podrán aumentar sus niveles de consumo de recursos y de generación de residuos para alcanzar los mínimos para tener una vida digna. Sólo así dejaremos sitio en este planeta al resto de especies.

Es decir, la propuesta del decrecimiento no implica que todo el mundo decrezca ni que decrezcamos en cualquier cosa, sino que el decrecimiento busca la equidad en la austeridad. Es comprender que vivir mejor es vivir con menos. El decrecimiento no es un objetivo, es un medio hasta alcanzar parámetros de sostenibilidad.

Pero es una propuesta muy difícil de asumir al romper las reglas de juego capitalistas e ir contra quienes detentan el poder. Sin embargo es algo inevitable, o decrecemos por las buenas o lo haremos por las otras, ya que los límites de recursos y sumideros del planeta los tenemos ya encima, y la física es tozuda. La velocidad a la que vamos es, simplemente, insostenible; así que, o frenamos o nos estampamos. Y frenar es de lo poco que tenemos que hacer rápido.

Decrecer a la fuerza significa poner las bases para la aparición de alguna suerte de ecofascismo en el que unos pocos acaparen y controlen unos recursos y sumideros crecientemente escasos por medio de la fuerza. Si analizamos la situación internacional parece que esta vía está ya en marcha.

Decrecer con criterios colectivos implica poner a trabajar a la economía hacia su reconversión en una economía local, lenta, solar y de ciclos cerrados. Significa ponerla a trabajar para satisfacer las necesidades humanas, las reales, no las creadas. Significa avanzar hacia la equidad con solidaridad. Este camino también está ya en marcha, tal vez con más fuerza de la que nos parece.

Ecologistas en Acción